sábado, 20 de febrero de 2010

Capitulo I: "Inicio"

Como piensan que me voy a levantar temprano un lunes, y en especial si es el primero en el mes de marzo, todos quieren llegar temprano a sus trabajos, escuelas y liceos para no ser regañados. ¿Por qué? Es muy sencillo es el fin de las vacaciones de verano. Es imposible, simplemente imposible llegar temprano, estas completamente desenchufado y todos corren sin saber muy bien que tienen que hacer, esta demás decir que este actuar es estupido. Así que por todo esto llevo casi media hora, sacando raíces debajo del paradero esperando la micro, y esto simplemente me hace sentirme frustrada y con un pequeño pinchazo de enojo que hace que tirité mi ojo izquierdo, también este mismo motivo me hace pensar en cosas que no quiero, así que de repente y como si nada me encuentro meditando sobre los comienzos y determino que no son fáciles, más aun cuando sucesos inexplicables suceden un día antes de tu cumpleaños, o sea una semana atrás. Revelaciones que cambiaron definitivamente mi vida. Hmmm…si me es imposible olvidarlo, un sueño muy extraño tuve aquella noche, esa noche que pasaría a ser mayor de edad, esa que mis padres me contaban que seria el ultimo cumpleaños que estarían juntos como pareja por que estaban en un proceso muy incomodo de separación, esto ya me puso furiosa y en mi mente tiraba puteadas al aire como si nada, todo porque se había arruinado mi cumpleaños. Tanto yo como mi hermana mayor Pamela y mi hermano menor Juan, no entendíamos el porqué de esta situación (que imbecil, si siempre se pasaban gritado el uno al otro, como si eso fuera soportable), solo nos quedaba aceptar la decisión y llorar en silencio al igual que ellos. Esa noche me dormí con la sensación que una oscuridad muy potente invadía mi mente y me hacia sentir sola; verdaderamente muy sola, de repente un frió intenso se apodero de mi cuerpo y me hizo sentir como si fuese una presa y al mismo tiempo muchos copos de nieve bajaban desde un cielo negro, pero al mirar más determinadamente esta situación me di cuenta que no eran copos de nieve, sino más bien plumas delgadas y suaves. Entonces sentí que el frió que me congelaba pasaba lentamente a ser un fuego agobiante y temí por mi vida, el pánico me invadió y estaba completamente anonadada por ver una llamarada gigante con forma serpiente que se liberaba de las fauces de la tierra y rompía el suelo, de su boca salían variados y maravillosos quetzales, obviamente también eran de fuego que dispersaba las nubes que cubrían el cielo negro y daban paso a un amanecer, de hecho el más hermoso que he visto y de la nada me iba cayendo lentamente al suelo, como quien se tropieza en cámara lenta, pero esto me gustaba ya no había un fuego agobiante y tampoco estaba el frió melancólico poco a poco y mientras caía, cerraba los ojos y como un flash de camara fotográfica veía unos ojos verdes en mi mente, unos que jamás había visto, así que cuando sentí que mi cuerpo estaba llegando al suelo, abrí mis ojos.
Desperté confundida y agitada pero las sorpresas no terminaban.
-Feliz Cumpleaños Paloma- oí decir, me incorpore rápidamente, estaba mi alegre y considerada por todos hermosa amiga Marián, sentada en la punta de mi cama, esbozando una gran sonrisa, que la hacían parecer sus facciones más perfectas de lo que eran, su piel parecía de porcelana y sus ojos eran tan verdes que cuando la miraba sentía que me caería en un inmenso bosque sin fin, su pelo rubio con rulos totalmente definidos, claramente no me ayudaban a verme linda o por lo menos presentable a esas alturas de la madrugada, de hecho nunca lo sentía, me consideraba normal, ojos cafés y pelo café oscuro, tan liso que ni siquiera necesitaba peinarlo a pesar del largo, creo que era la única ventaja que tenia ante ella. Por otra parte siempre me sentía subalternada por su belleza. Estaba sacándome las lagañas de mis ojos cuando le hable.
-Marián son las tres de la madrugada, no pudiste esperar hasta la mañana por lo menos y ¿como entraste acá?- le dije con tono algo extrañado, pero ella solo se limito a darme un abrazó fuertemente. Mientras que sacaba de su bolsillos un pequeño paquete. – Es tu regalo- aclaró rápidamente. – obviamente no respondió mi pregunta y más aun yo quede completamente desconcertada, aun así quería abrir mi regalo y técnicamente ya era el día de mi cumpleaños, así que mientras extendía su mano con el paquete yo lo tome y al abrirlo me di cuenta que era un collar de plata y justo al medio llevaba una pequeña figurita, que al mirarla más determinadamente me di cuenta que era una pluma hecha de lápiz lasuli.
Aunque no encontraba la explicación a todo esto le respondí, mientras pensaba que al parecer seguía en mi sueño, solo que había tomado un rumbo impensado - Es precioso, muchas gracias. ¿Pero a que viniste y a esta hora?- Me asegure que esta vez quedara bien explicita la pregunta para que ahora en verdad me la respondiera.
En un acto extremadamente rápido, algo que para nada la caracteriza, se paro de la cama y se paseaba sin parar por mi dormitorio. Una y otra vez, de derecha a izquierda y viceversa. Ya cuando estaba comenzando a marearme y justo estaba a punto de encararla, comenzó a hablar.
- OK, mira hace un par de años tuve un sueño muy parecido al que tuviste recién.- mis ojos se dilataron o por lo menos eso es lo que yo creía, me lo dijo… perdón ni siquiera me lo dijo, es más preciso decir que lo lanzo hacia mi dirección como quien lanza una pelota, yo no le había contado nada del sueño, así que comenzó a parecerme aun más extraña su visita. Ella respiraba agitada, así que me senté en el borde de la cama, cuando me di cuenta que iba a despegar nuevamente sus labios, pensé en interrumpirla, pero no me dejo, siguió hablando muy rápido– me di cuenta de que existía algo que me quemaba, una serpiente que liberaba de su boca unos quetzales en forma de fuego. – se volvió a sentar, pero esta vez a mi lado. Lo que más me impacto es que no sabia que decir, por lo mismo me dedique a escucharla- Yo no soy como tu- su tono me empezó a preocupar, y de la nada comenzó a tartamudear, como si tuviese algo trabado en la garganta o peor aun como si quisiera llorar.- Yo… en verdad… soy un ángel.- Me avía quedado completamente atónita, como si me hubiesen pegado un mazazo en la cabeza y hubiese quedado bloqueada y por primera vez en mi vida no sabia si creerle o no, en mi cabeza habían mil preguntas, pero me asustaba saber sus respuestas, así que en un esfuerzo casi inmediato esbocé una sonrisa y levantándome lentamente de la cama procurando no mirarla a la cara le dije.- Mira no se que te pasa y en verdad es grave- enfatizando el tono sarcástico y preocupado al mismo tiempo, así que continué hablando ya que ella, al parecer quería saber que tenia que decir respecto a lo que me había dicho – Oye, mira es la madrugada, te agradezco el regalo y creo que es hora de irse- así que le apunte la puerta. Ella no se movió ni un centímetro y su voz tomo un tono de molestia -bueno si no me crees, creo que tendré que demostrarlo- enarquee las cejas y cruce mis brazos. Mi mirada era completamente incrédula, cuando de repente de su dedo índice salio una lengua de fuego parecida a la de una vela, luego en el dedo pulgar y así sucesivamente hasta alcanzar todos dedos de ambas manos. Me miro fijamente y lentamente comenzó a acercarse y yo a retroceder, el pánico no solo se avía apoderado de mi rostro, sino también de mi cuerpo, haciéndome tropezar y caer justo al lado del candelabro de un metro que me había regalado mi hermana Pamela el cumpleaños anterior. Marián no me quitaba la mirada de encima, sus ojos mostraban rabia y determinación, así que le quite la mirada y cerré los mis ojos fuertemente. Ya estaba tan cerca de mí que sentía el calor que emanaba de sus dedos mientras se agachaba.
Cuando de pronto sentí su riza de forma estridente y burlona, abrí los ojos muy despacio, primero uno y luego el otro para asegurarme que todo estaba bien. Finalmente me di cuenta que la vela color morada, con olor a lavanda que estaba en el candelabro estaba encendida, ella permanecía de pie frente a mí y me extendía su mano izquierda para levantarme del suelo, pero esta ya no poseía las lenguas de fuego, ni siquiera sentía algún olor extraño como a algo quemado, todo permanecía intacto excepto yo que estaba en el suelo.
En un esfuerzo casi inhumano, me levante atónita por lo acontecido y casi balbuceando le pregunte – Por Dios que mierda eres- ella me miro un poco fastidiada mientras nos sentábamos casi al mismo tiempo en mi cama- un ángel ya te lo dije.- en verdad ella estaba fastidiada, pero al mismo tiempo yo estaba completamente confundida, poco a poco me fui enojando así que la encare - Si, pero es difícil creerlo, no te parece- le respondí, bruscamente – Bueno eso es verdad, no te lo niego- me lo aclara mientras bajaba la mirada al suelo. Yo tartamudeaba y no poseía nada de elocuencia para hacer las preguntas que aportillaban mi mente, pero ella no hacia nada más que mirar el suelo, finalmente le plantee una pregunta – desde cuando eres así- rápidamente y sin quitar su mirada del suelo me contesto- desde hace tres años, una semana estando muy enferma en mi casa, tuve un sueño muy extraño donde un frió intenso se apoderaba de mi…- claro era lo mismo que yo sentí, le interrumpí- si, lo mismo, pero yo veía una jabalina y estaba situada en un desierto inmenso, cubierto de nubes negras, entonces sentí que alguien me cubría con una capa , tomaba la jabalina y la lanzaba hacia el cielo dejando ver una línea de luz que llegaba fuerte a mis ojos, luego desperté y no estaba sola, Rafael estaba conmigo-. Nuevas preguntas resonaron en mi cabeza así que le volví a interrumpir- Rafael ¿quien es?- ella golpeándose la cabeza, como si hubiese olvidado algo tremendamente obvio me responde.- Rafael también es un ángel, de hecho el es arcángel lleva mucho más tiempo aquí en la tierra y nació ángel, no como nosotras. Bueno el caso que el me explico que era un ángel y que pronto tendría una misión que cumplir.
- Una misión- inquirí algo preocupada, al parecer lo noto así que me respondió sin balbuceos -Si es por ello que estoy aquí. Tú eres un ángel al igual que yo.
Mi cara se transfiguro, no lo podía creer, era algo mas allá de lo concebible, era algo que no me podía pasar a mi.
- O sea yo soy un ángel y debo cumplir una misión.- le dije con incredulidad arqueando una de las cejas
- si, lo que viste es mí poder o sea el fuego y este lo puedo transformar en una serpiente de la cual sale obviamente fuego de su boca con formas de quetzal, mientras que libera a estas aves la serpiente vuelve a mí. Eso me da energía. Tu lo que viste fue exactamente lo que yo vi. En mi caso el arma que utiliza Rafael, una jabalina. – Su tono había cambiado de ser pausado y tranquilizador, a eufórico -Tu haz sido elegida. Eres un ángel elegido. Ahora tú decides.
Me sentía en aprietos, sin darme cuenta ya me había comido las uñas de mis manos así que no sabia que hacer. En primer lugar no sabia de que se trataba y en segundo lugar mi vida se había vuelto una porquería en los últimos meses, entre los griteríos de mis padres, y el mandoneo de mi hermana mayor así que no perdía nada en consultar- Pero que ganó con ser un ángel y que pierdo- reía en mi fuero interno, porque las palabras me habían salido solas, claro que no esperaba respuesta. Pero para mi asombro, si hubo.
- Siendo un ángel tú, no ganas nada de hecho lo pierdes todo. No puedes enamorarte de los mortales, y desde que te aceptan como ángel no puedes morir excepto si vuelves a ser mortal.
- ¿Mortal?- pregunte mientras tragaba saliva y con ello lo que Marián me decía.
- Si, aquellos que no son Ángeles, en definitiva dejas tu libre albedrío. Siempre estarás al mando de un ángel y tendrás misiones. Ahora el problema es como le dices a la persona que te gusta que eres un ángel, simplemente se desmaya.
- Tal como me lo dijiste- me reí burlonamente, pero al parecer no le causo gracia - No, nadie creería en lo que estas diciendo- su voz se notaba un poco triste y volvió a mirar al suelo. Pero esto me dio ánimo de interpelarla- Pero, yo te creí - ella dejo salir una sonrisa tierna mientras me miraba y me respondió pausadamente – Tú me creíste por que te lo demostré, pero si yo llegara a demostrárselo a alguien mi pasión daría el camino libre a mí arma y podría darle muerte-.
Mi consternación se acercaba al miedo y ya no me atrevía a preguntar más. Pero Marián al parecer sabia cual era la ultima pregunta de este cuestionario sin fin, así que ella continuo hablando, tomando nuevamente su tono eufórico, pero esta vez lo dejo salir con un poco de miedo.
- Tu fuiste elegida por que te necesitamos, no se cual es tu don solo tu lo puedes saber y Rafael. Pero te necesitamos; me pidieron que yo te lo comunicara.
- Pero por que tú, por que no Rafael.- Me di cuenta que mientras más ella me respondía más preguntas surgían
Ella sonrió y con voz bastante comprensiva, me dijo- en verdad no se por que no Rafael, pero Gabriela me lo pidió.
- ¿Quien es Gabriela? – de repente me sentí como que estuviésemos en un programa de entrevistas.
- Es la encargada de esta Misión- ella observo mi rostro y antes que hiciera una pregunta más que obvia, así que decidió responderme, sin plantearle la pregunta.- Mira, la misión consiste básicamente en detener a los demonios en su plan, ellos quieren acabar con el libre albedrío de los mortales y de paso destruirlo a ellos, argumentan que los Mortales no han hecho nada más que destruir el mundo que se les entregó, por lo tanto no han aprovechado en nada la libertad que se les dio.
- Pero eso está bien- argumente. Mientras Marián me miraba con cara de no comprender.
- Lo que pasa- continuo – es que esto es solo una excusa barata, ellos sienten que el mundo les debe pertenecer a ellos, así que para ello Robaran almas y mataran ha aquellos que se resisten y eso no lo podemos permitir, mal que mal es su mundo y su libertad.
La Mire con cara de por fin comprender lo que decía- Tu te refieres a algo así como poseer un mundo desolado
- Exacto respondió- luego agrego- contigo seriamos siete
- Y ellos cuanto son- pregunte a una velocidad poco característica en mí.
- Emmm…siete.
- OK- y antes que dijera algo más, la Marián se acerco aun más a mi y me dijo- lo siento mucho que te presione, pero necesito saber si vas a querer ser ángel, si o no, ahora
Me di el tiempo de divagar unos minutos, analizar mi situación actual, mis padres estaban separándose, y yo poco le importo a Pamela que se preocupa más por Juan que tiene once años, no quiere que quede con un trauma y ella siempre me dice que ya soy lo bastante grande, para que me preocupe de mi misma. Así que el resultado de esta ecuación es: - Si- lo dije enérgicamente – Quiero ser un ángel- Mi amiga dejo relucir su sonrisa perlada, luego se levando de la cama tan rápidamente como cuando comenzamos la conversación. Al parecer venían las palabras finales – bien, cuando sea el primer día de clases, te llevare a conocer a todos, de acuerdo.- Yo solo asentí con la cabeza.
Se me olvidaba que después de cuatro años juntas en el mismo liceo, nos separaríamos, e iríamos a universidades diferentes. Yo iría a la universidad de las Humanidades y Artes. Mientras ella iría a la universidad Chilena de las comunicaciones, ambas lo habíamos conseguido por Becas. Ella quería estudiar Publicidad y yo Arte. Lo bueno que no estaríamos tan lejos, solo a un par de estaciones de metro.
- Mira la hora que es- me dijo mientras interrumpía mis divagaciones
Vi la hora y no lo podía creer, eran las seis de la mañana y por tanto no había dormido nada, con las constantes peleas de mis padres, me había quedado dormida como a las doce de la noche.
- Creo que ya es hora de que duerma. – le dije mientras observaba de reojo mi cama completamente desecha.
Marián movió la cabeza con signo de aprobación y mientras se dirigía hacia la ventana.
- Nos vemos a la tarde, te tinca.- le dije antes que se fuera
- Claro- respondió, y salio ágilmente por la ventana.
Luego de eso, me quede dormida de inmediato, tanto que cuando desperté en mi cumpleaños era un completo desastre. Mi hermana Pamela y Juan mi hermano menor me saludaron apenas Salí de mi pieza en dirección al baño. Mientras bajaba por la escalera mi madre ya estaba discutiendo con mi papá, así que al entrar al baño, me duche dejando caer el agua por mi espalda, eso me calmaba y el sonido del agua cayendo provocaba un sonido, que opacaba el griterío de mis padres. Todo esto no pasó hasta la tarde cuando llego nuevamente Marián, pero no sola, con la Feña y su hermana Johanet, ambas me caían muy bien, de hecho con la Feña éramos compañeras de curso y Johanet era un año mayor que nosotras y trabajaba muy cerca de donde vivía. A pesar de vivir en un pueblo pequeño al poniente de la capital del país, que era una perfecta combinación entre lo rural y lo urbano, Marián vivía aburrida, decía que no existía emoción, mientras que la Feña y yo apreciábamos demasiado nuestro pueblo. Tanto que para nuestra graduación cuando le regalaron esa gran camioneta que ella apenas se veía, ya que mide 1, 50 cm. Le pegamos una calcomanía en el vidrio trasero que decía “Yo amo Malloco”. Lo importante que me llevaron a pasear y comimos tanto helado, que pensé que estallaría. La Feña me regaló un perfume de lavanda, que era mi favorito y Johanet, fue la que pago todo el helado que comimos, llevaba conmigo el collar con la pluma de lápiz lasuli que Marián me había obsequiado y nadie se dio cuenta durante casi todo el día, hasta que Johanet me pregunto- ¿Qué lindo collar quien te lo regalo?
- La Marián – respondí casi automáticamente.
- ¿Cuando?- me inquirió la Feña. Me dolía mentirle, pero sentía que esta vez debía hacerlo - Cuando me pasaste el regalo, estabas tan emocionada que no te diste cuenta.- Le dije muy tranquila, aunque movía mis pies muy fuerte y sentí que me delataría
- En verdad, yo creí a verlo visto antes- me dijo con voz de incredulidad ante mis dichos. Johanet, siempre se fijaba más que el resto, auque fueran cosas muy pequeñas y con poca importancia.
Trate de sonar lo más creíble posible – no- dije tajante, luego continué- en verdad me conoces bien y nunca me pongo joyería y esta me parece bastante cómoda , gracias nuevamente Marián- Al parecer lo había logrado y Marián asentía con la cabeza mirando su copa vacía de helado de menta.
Todo ese momento había sido perfecto pero debía volver al caos de mi casa, así que cuando la Feña me dejo en la puerta, respire muy fuerte como creyendo que esa seria la forma de que estuviese para siempre este recuerdo en mi fuero interno y cada vez que me sintiera sola recordaría que existen personas para las cuales aun soy valiosa.