martes, 16 de julio de 2013

Hombres pasando los Treintaitantos


Hace un tiempo atrás un amigo cumplió los 30 años y con preocupación y recelo me dijo: - creo que es momento de madurar y buscar una relación seria-. Yo quede atónita ante tal afirmación, sus ojos no mostraban en absoluto el convencimiento ante tal frase y menos ganas de llevarla a cabo, más bien se veía resignado. Yo con un golpecito en la espalda, como quién consuela a alguien le respondí:- tranquilo te quedan como cinco años aún para andar de parranda, mira hasta que no cumplas  los 35 años de edad nadie se cuestionara si eres gay o no, ya sea porque no tienes hijos o porque no te has casado, tampoco parecerás viejo verde y menos aún necesitado o desesperado-. Me miró con un brillo en los ojos que no esperaba, como que le hubiese leído la mente. De repente imágenes nublaron mi cerebro, recuerdos del verano recién pasado vinieron hacia mí como una ola de Tsunami. Entonces le dije:- te contare una historia, quizás para ti una perspectiva, para mí un trauma. Este verano, como los anteriores viajé al litoral central junto a mi familia por 5 días, al tercer día me dijeron si podía llevar a mi sobrina y sobrino a jugar a la plaza, para mí un lugar perfecto, donde podía ver la puesta de sol y relajarme. Entonces me puse en marcha, compre churros y me senté en una banquita, mientras los enanos (sobrinos) jugaban corriendo de aquí para allá. Mientras presenciaba semejante espectáculo de la naturaleza, una pareja, sin previo aviso, sin pedirme permiso, ni nada por el estilo se sentaron a mi lado. Obviamente me corrí hacia el extremo izquierdo de la banca, mientras ellos de la mano y en silencio presenciaban el mismo espectáculo que yo. Hasta ahí todo bien, entonces como la canción dice” todo se derrumbó”. El hombre con un tono alto de voz, giro la cabeza y miro a la chica, ella era una mujer de pelo ondulado, su piel tostada por el sol y su edad más o menos unos 30 años. – Mira- le dijo el hombre de forma seria y voz ronca- han pasado varios años de idas y vueltas, pero nadie más que tú me conoce bien, has estado a mi lado en las buenas y en las malas, me has aguantado y apoyado, quizás sin ti hoy no sería tan feliz-. Entonces me di cuenta que no era solamente yo la que los miraba, toda la placita los veía, menos los niños y niñas, unas 15 personas con expresiones de asombro, vergüenza, esperanza y algunos awwwwwwwww que se escucharon por ahí. Estaba percatándome de ellos cuando el hombre con voz resignada pregunto:- ¿quieres casarte conmigo?-. Mi vista se fijó nuevamente en ellos, más en la chica, ya que el hombre me daba la espalda y la cara de la mujer daba hacia mi cuando lo abrazó después de responder afirmativamente. Los aplausos brotaron, y la estupefacción que sentía hizo que botara un muy preciado churro. Entonces justo entonces abrió los ojos, en su cara no había una expresión de mujer enamorada, emocionada o sorprendida, por el contrario su expresión era triunfante, como quien corre una olimpiada y gana la medalla de oro. Yo no podía esperar menos, el  hombre mismo había asumido varias cosas que la mujer tuvo que soportar, quizás cuantas veces él le fue infiel y por ello terminaban y volvía, cuantas veces prefirió el fútbol y los amigos antes de estar con ella, cuantas veces la caña del carrete le hizo olvidar el aniversario, etc, etc, etc. Con una eterna paciencia ella lo había logrado. Tener comiendo de la palma de su mano a un hombre pálido, que aún no asumía lo que recientemente declaró, en su etapa más débil y patética.
La gente comenzó a aproximarse a la banca, donde había pensado ver la puesta de sol tranquilamente, las felicitaciones no tardaron, con el tumulto, pensé en convertirme en ninja y escabullirme lo más rápido posible,  sin embargo el sujeto advirtió la situación y dijo delicadamente: - muchas gracias por sus felicitaciones, pero creo que la niña está mirando a sus primitos y seria incómodo y peligroso que ella se corriera de acá, ya que los niños, pueden que no la vean y se pueden perder-.  Yo me limite a sonreír y agradecer, la gente poco a poco comenzó a retirarse ya que la puesta de sol, ya había terminado, mire le cielo y aun se presenciaba  el arrebol, que se oscurecía con el crepúsculo. El hombre sabía que me había dado cuenta de su actuar, lejos de ser considerado, y que tamaño show fuese un “acto de amor”, él era un estratega, en primer lugar, había elegido esa banca porque sabía no me podía mover de ahí, por las misma razones que él mismo le dio a la gente; y en segundo lugar, me había elegido como soporte, como yo no podía salir de ahí escucharía todo, el motivo hasta ahí lo desconocía. La mujer apoyada en su pecho, mientras el pasaba el brazo por el cuello de ella y así abrasarla, le dijo:- estas seguro de  lo que me propusiste- el meneaba la cabeza afirmativamente, ella continuo: - no quiero saber luego que te quieres arrepentirte- él meneaba la cabeza negativamente, ella prosiguió:- mejor dímelo ahora, si es porque te preguntaron en el trabajo que como se llamaba tu pareja, y dijiste mi nombre y nadie te creyó que era mujer. No pienso casarme contigo. Tampoco me casare contigo, si es porque tu madre antes de morir te dijo que era la nuera que ella quería y que no encontrarías mejor madre para tus hijos; y menos me casare contigo, porque ya no te da ni el cuero, ni la facha de andar conquistando pendejitas-. De pronto, tocaron mi hombro la mujer me miro y sonriente me dijo:- niña, donde compraste esos churros -. Apunté hacia el lugar y le dije:- 700 la media docena y 1200 la docena-. Ella lo agradeció e invito al sujeto a comprar, cosa que  el rechazo, ella se levantó de la banca y se dirigió al lugar que le había indicado.
El hombre intento sacarme conversa, por medio de referencias al tiempo, las estrellas, la tranquilidad y un sinfín de pelotudeces, a las cuales no puse atención. Lo miré le dije:- es por eso verdad, por todo lo que ella menciono, las presiones laborales ante su aparente homosexualidad, las presiones familiares y que su sex-appeal se esfumo y parece un viejo verde desesperado-. El me miro resignado pero no dijo nada, solo mordió su labio inferior y cerro los puños, la impotencia ante  la situación era obvia. Entonces continúe- mejor dile que un sesenta por ciento de tu decisión se debe a eso, el cuarenta por ciento restante es amor, aunque no lo sea. Ella sabrá como revertir ese porcentaje a su favor-. El me miró con el ceño fruncido, no esperaba que le dijera esas cosas, al menos no tan fríamente, entonces me dijo:- tú no sabes lo que es estar solo. Fue en ese  momento que lo frene:- mira, este tipo de decisiones no se piensan desde la soledad, la soledad es muy traicionera, te embolina la perdiz y te hace tomar decisiones estúpidas. Lo mismo que la venganza. Entonces el me responde: - los hombres más tarde que temprano maduran-. Fue en ese entonces que me causo  gracia y me puse a reír, entonces continúe: - los hombres no maduran, solo se ven con agua hasta el cogote y aunque el agua no le ha cubierto ni la nariz, ni la boca. Ya se sienten ahogados y muertos. “presionados” toman decisiones imbéciles-. En ese momento llego mi sobrino, alegando que le había caído azúcar flor en los ojos, entonces le sacudí la cara con un pañuelo y llame a mi sobrina para que nos fuésemos.
Finalmente le dije: - sincérate con ella, dile la verdad si es necesario cambiar aquellos porcentajes que te di anteriormente hazlo, pero sincérate con ella y principalmente contigo mismo-. Entonces me fui a la casa de veraneo que arrendamos, de la mano de mis sobrinos, ya era de noche y debía descansar mi mente.

Mi amigo agradeció la historia, se veía más tranquilo ante su propia situación, me miro agradecido  y apurándome me incentivaba a presentarme en el aula donde se encontraría el profesor más latera, realizando la clase más fome de toda la universidad.