jueves, 26 de mayo de 2011

Noche y Luna


Qué es la luna sin la noche,

No es más que una novia amargada

Que circula entre los astros,

Sin rumbo fijo, sin final propuesto.

Qué es la noche sin la luna,

Un manto lúgubre, triste, sin sentido.

No es más que el periodo temporal

Entre la puesta del sol y su salida.

¿Acaso tú has visto la luna brillar de día?

No, es la noche quien procura

Darle ese brillo platinado,

Que la hace ver inmortal.

Al mismo tiempo es la luna

Quien hace ver a la noche

Fulgorosa, brillante, bohemia,

Y llena de vida

Ambas son como bailarines,

Danzando al compás de una melodía,

Que se entrelazan en un gran abrazo

Procurando que ninguna sea más que otra,

Sino que ambas se complementen para mostrarse hermosas.

viernes, 13 de mayo de 2011

Inseguridades


Muero en la nostalgia de no verte,

De no sentirte cerca, de que no me veas,

De que la neblina gruesa de mi mente,

No me deje tenerte.


No me basta con pedirles a los santos,

Que me ayuden en este suplicio

Y vago sin cesar en las llamas del infierno

Que me consumen en las inseguridades y el miedo.


¿Qué hago si no me quiere?,

¿Qué hago si me olvida?

¡Que hago amiga, que hago!

Si no me habla tiemblo

Y si me habla he de cohibirme.


Juego con mi corazón de nuevo y lloró,

Juego con mi alma y no puedo continuar,

Juego con mis angustias y me tiritan las rodillas,

Con lo único que se que no he de poder jugar, es con lo que siento.

domingo, 1 de mayo de 2011

Entre muertos y Tintos


Aun no terminaba de zapatear la cueca brava, cuando llego el chico Maldonado ha decirnos que había muerto, Herminia lloraba hasta el cansancio, mientras yo me bebía el concho del navegado de doña Eulalia. Pero yo no lloraba, sabia que estaba bien, que más iba a dar ese viejo, que a pesar de los años casi una vez a la semana se acercaba a la chingana que aun sobrevivía en moneda. Tan escondida como está eran nuestros sentimientos, que solo ese viejo poeta, escritor y mañoso; sabia describir. No fue que hable con él hasta que me saco a bailar para el funeral de don Lalo, ¿la conversación?, pues no hubieron palabras, solo coqueteos, cepillado y la vuelta final. Semanas más tardes me vio escribiendo en una de las mesas de la chingana y de la nada se acerco y me dijo – me recuerdas a mi primera mujer-. Yo me puse a reír, él me sonrió y como nunca me di cuenta de quién era, un escritor de tomo y lomo, de tinto y tabaco, de varias mujeres cuando piensa en solo una. Nunca deje de bailar con él cuando venia a la chingana, don Gonzalo era único, grande y nuestro como dice el comercial de cerveza. Era artista, era sensible y lo escondía, era fiel pero no le gustaba admitirlo, era hombre, niño, fuerte y fugas.

Llegue del velorio en el museo nacional de bellas artes y recién ahí lloré a morir, se iba uno de los grandes, uno que me gustaba leer, uno nuestro. No pasaba ni una semana cuando las noticias anunciaban en la TV que Sabato yacía muerto, era casi un mal de kalku que se posaba en la literatura. ¿Por qué le pregunte a lo humano y lo divino?, las respuesta no cabían en el aire y por tanto no llegaron a mi, me sentía tan identificada con él, porque estudió física y era científico, con gusto por las letras y el artes. Me sentía mal, me sentía deprimida; sin embargo me queda el consuelo que las letras que ambos imprimieron, se han marcado en el corazón de cada uno de los latinoamericanos.