En general no me gusta conversar con mis tías, pero en ocasiones esto se hace inevitable. Como esa pregunta, tan preguntona y maliciosa que esa gente de la cual no he sabido por mucho tiempo, me hace. ¿Cómo está tú pololo?, y yo con mi cara de fingida tranquilidad y estabilidad emocional, respondo – termine con él hace más de un mes- pero mis tías no acaban y siguen escarbando dentro de mi dolor – ay que pena, era tan lindo y tan gentil ese niño de lentes- Entonces, para mi asombro mi mamá sale a mi rescate– no, con ese niñito se separaron hace un año- .La caras de estupor y asombro que rodeaba a mis tías decían todo, sin embargo una de ellas hace una pregunta fatal – entonces mijita ¿cuanto espero para olvidarse del anterior?, por lo que noto usted cambia de pololo como se cambia de ropa-. Mi rostro esbozó una sonrisa y sin quitarle la incomodidad al asunto, respondí- Mire Tía, aprecio mucho que quiera intrometerse en mis calzones, pero francamente eso me molesta, si le gustaba tanto el niñito de lentes, por qué no se metió con él, francamente a mi ya no me importa y se nota en su rostro que hace rato le falta un hombre al lado-. Ella me miraba indignada y acongojada, mi mamá tomaba tragos grandes de té y las demás permanecían en silencio, pero si pensaron que la tortura había concluido se han equivocado profundamente. Una de ellas abrió la boca, era la más joven del grupo, me pregunto con tono bajo- olvidándonos de ese chiquillo que siempre me dio mala espina y enfocándonos en el último pololeo que tuviste, con que canción la describirías-. Pero no respondí nada, mi mente giraba y no quería hablar de eso con ellas, así que me levante de mi asiento y mire fijamente esa señoras que tiene juntas más años que bandada de loros y dije- Bueno muchas gracias, pero me tengo que retirar-. Sentía como el silencio reinaba donde se encontraban las señoras, ni una risa, ni un suspiro, nada salía de ese lugar.
El día estaba nublado, perfecto para caminar, así que me puse en marcha y me fui a la línea del tren, mirabas las piedras y trata de diferenciarlas por clases, pero encontré puras ígneas y eso me frustro en cierto sentido, quería una metamórfica, quería saber que como las piedras pasan por ciclos, yo también y que este iba a pasar luego, pero el que solo hubiesen ígneas me decía que estaba recién empezando. Sin duda esto no fue lo peor, tampoco lo fueron los goterones que cayeron por un rato. Lo peor era que no podía olvidarme de la última pregunta, me marcó profundamente como el hierro ardiente en ganado. No me costo nada saber que canción describía mi recientemente pasada relación y como se había vuelto mi costumbre, el viejo Joaquín Sabina tenia la respuesta, “Y sin embargo” un tema que no puede ser más al cayo de lo que fue mi ultima relación. Y mientras la tarareaba buscando otro tipo de piedras (aun no me rendía), llamo mi mamá muy preocupada quería saber donde estaba ya que habían pasado tres horas de la conversación aquella. Pero no quería volver, seguía tarareando la canción y no paraba, pero tenia que hacerlo. Volver a la casa y dejar de cantar, olvidar los recuerdos, pensar que fue un sueño y que jamás ocurrió, que fue mi error y que toda la culpa la tengo yo, desde el momento que le hable.
Maldita fue esa pregunta, malditas mis tías, malditas mis relaciones sentimentales y maldito mi corazón que no aprende a razonar.
De todas formas les dejo la letra de la canción ya que procure que al abrir este blog sonara, por que en mi cabeza no para y aunque no quisiera más, aún suena.
Y sin Embargo
De sobra sabes
que eres la primera
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera, por ti la vida entera.
Y sin embargo un rato cada día
ya ves
te engañaría con cualquiera
te cambiaría por cualquiera.
Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso
tú que tanto has besado tú
que me has enseñado
Sabes mejor que yo
que hasta los huesos
sólo calan los besos que no has dado
los labios del pecado.
Porque una casa sin ti es una embajada
el pasillo de un tren de madrugada
Un laberinto sin luz, ni vino tinto
un velo de alquitrán en la mirada.
Y me envenenan los besos que voy dando
y sin embargo cuando duermo sin ti
contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.
No debería contarlo y sin embargo
cuando pido la llave de un hotel
y a medianoche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos
siempre es con otra, amor, nunca contigo
bien sabes lo que digo.
Porque una casa sin ti es una oficina
un teléfono ardiendo en la cabina
una palmera en el museo de cera
un éxodo de oscuras golondrinas.
Y me envenenan los besos que voy dando
y sin embargo cuando duermo sin ti,
contigo sueño.
Y con todas si duermes a mi lado
y si te vas, me voy por los tejados
como un gato sin dueño,
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.
Y cuando vuelves hay fiesta en la cocina
y baile sin orquesta
y ramos de rosas, con espinas
Pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes, al café del desayuno, vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio el pan de cada día.
(Repite este último párrafo)
Y me envenenan los besos que voy dando